Nuestro refugio fueron los libros que dulcemente leíamos mientras competíamos por un máximo premio impalpable, un premio que no te daba días libres de descanso, ni dinero en efectivo, era una lucha de cerebros que demostraban quien era el mejor, así fue alimentándose ese cariño, sin palabras y sin gestos, todo llevaba una tranquilidad que cualquiera la podía envidiar. Aquellos días se hicieron largos y parecían nunca acabar, ella y yo andábamos en la vida como unos niños comiendo dulces, eramos felices, pero en medio de nosotros no había mas que sueños de libertad pasajera, que terminaban cuando un maldito timbre sonaba y la orden era regresar a casa.
Cuando el tiempo pasa, aquellas caras que se conocieron una vez les toco compartir la experiencia de estar juntos en el mismo lugar, ya todo había cambiado, ella era parte de su circulo amistoso, y el era un amigo que ganaba terreno para demostrar que era el mejor en muchas cosas de la vida, no obstante el amor estaba creciendo poco a poco, era una velocidad tan lenta que casi no se sentía, era momentáneo, era por instantes.
Aquellos días resultaron ser especiales para ambos, compartiendo todo lo que caía en sus manos, desde lápices hasta pensamientos, era majestuoso ver como ellos se entendían siendo apenas unos niños con el corazón lleno de ilusiones y sueños de grandeza. Ahí estaban esos dos jovencitos que día a día se demostraban un cariño especial, un cariño que quizás muchos envidiaban, un cariño que solo tenia nombre original y que nadie lo debilitaba.
Fue en esa escuela donde empezó aquel enfrentamiento de alma y corazón, donde nadie daba pasos sin ver que otro avanzara un milímetro, nuestro norte fue el estudio, y los sueños los llevábamos en los bolsillos para mostrárselos a nuestros compañeros y sentirnos admitidos o tal vez aceptados dentro de aquel circulo vicioso donde el mas popular tenia poder, y el mas débil era el adulador no pagado ni entendido.
Llegamos a sentir vergüenza, es típico para unos infantes que apenas sabían lo que era oír, no teníamos idea de lo que era el amor, pero sentíamos algo en los corazones que irónicamente decíamos que era emoción, nos alegrábamos disfrutar de unos minutos de recreación que rompían todos los protocolos del día de estudiar común y corriente, eramos almas libres en medio de la sociedad narcisa que habitaba, eramos solo nosotros sin culpas ni problemas.
Nuestros bolsillos siempre estaban llenos de cosas valiosas, para algunos era basura, para nosotros eran tesoros que cuidábamos con uñas y dientes, un carnet que no nos gustaba enseñar por pena a la burla y una letra que le dimos un significado abstracto pero que encajaba a la perfección con nosotros, recuerdo que aquellos días fueron pasando paulatinamente dejando huellas impresas en los suelos recién lavados de aquel recinto que refugiaba nuestros cuerpos y nuestros sueños, era el principio de un todo, el comienzo de una vida…
Esta nota continuara…
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