En el pasado cuando te quise, soñé en dejar que ese querer se desarrollara a plenitud del sol, soñé que quizás debía hacer como el jardinero que riega a diario sus flores para que no se marchiten, todo era noble y hermoso, iba poco a poco porque la velocidad solo aportaba cansancio y fatiga, deje que las cosas siguieran su curso, sin aburrirte y sin fastidiarte.
Aquel ritmo de vida te gustaba, era una especie de rutina que no te cansaba y que disfrutabas día a día con mis labios sobre los tuyos, nunca te quejaste y dejaste que todo siguiera su rumbo como el rio de la felicidad que te embargaba. Sin embargo con el pasar de los días sentías que esa aparente felicidad te dejaba sin aliento en varias oportunidades, notando firmemente que algo estaba pasando, pero como te gustaba mucho no reprochaste y decidiste dejar que todo siguiera tal cual.
Meses y meses pasaron viendo que cada día algo nuevo sucedía, un beso distinto, una nueva caricia, una manera de abrazar te dejo pensativa por mucho rato concluyendo de manera unánime que el querer estaba evolucionando y que amarnos era un hecho innegable.
Cuando te dije que te amaba cristales líquidos brotaron de mis pupilas aquella noche, en donde tu corazón quedo petrificado por no saber darle una respuesta a lo que mi corazón gritaba, solo una frase se dejo escuchar en medio de un murmullo nocturno: AUN NO ESTOY LISTA PARA DECIR LO MISMO QUE TU. No te presione, lo mío fue espontaneo y honesto, salió de mi corazón hacia la boca y de la misma a tus oídos completándolo con un abrazo que casi funde nuestros huesos.
Aquella misma noche a través del teléfono me confesaste no poder dormir recordando mi confesión ante tu puerta: TE AMO, TE AMO CON TODO MI CORAZON, sellando aquella línea con un temblor que pensé que no habías sentido, pero si lo sentiste y admitiste: EL ME AMA CON DEVOCION.
Después de un corto tiempo algo mágico paso, y una misma noche en medio de un gran pavor, asustada y casi pálida me confesaste TU AMOR, tus labios dejaron salir eso que tanto guardabas: YO TAMBIEN TE AMO, Y NO TE IMAGINAS CUANTO, aquella noche yo sentí la felicidad correr por mis venas como si fuera agua caliente y una paz me acobijo de una manera sublime que jamás pude olvidar aquel momento lleno de deseo y ganas de amar.
Pero algo paso con el trayecto de nuestra vida, las cosas se fueron deformando, perdieron su norte, su dirección, perdieron esencia y espiritualidad, y una amarga tarde de sol caliente y sin sombras decidiste con aquel amor acabar, alegando rutinas, alegando monotonías, alegando que todo se estaba volviendo una absurda agonía, y sin remordimiento alguno lanzaste a la basura lo que con tanto esmero cuide para ambos.
Intente amarte nuevamente, pero todo fue inútil, ya nuestro amor estaba muerto, y desde aquel día cerré la puerta y nunca más deje pasar a nadie, y no acepte un verdadero amor después del tuyo porque: AMARTE PARA MI FUE UN GRAN PLACER.
YA NO PODRIA AMARTE (ORIGINAL)
GERARDO CAPIELO
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